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El sedentarismo se considera un factor de riesgo independiente de enfermedad cardiovascular y una de las principales causas de mortalidad en el mundo (Thorp, Owen, Neuhaus & Dunstan 2011). Este tipo de conducta también es una de las causas más importantes en el aumento de peso en la infancia ya que existe una clara evidencia entre el sedentarismo y el acumulo de grasa (Trost, Kerr, Ward & Pate, 2001; Tojo & Leis, 2006; Maffeis, Talamini & Tato, 1998). Debido a esto las sociedades científicas recomiendan el consejo sobre la práctica de actividad física desde atención primaria (Crespo, Delgado, Blanco & Aldecoa, 2014).

Como curiosidad te diremos que la cifra del índice de masa corporal (IMC) de la madre se asocia con un incremento del riesgo de tener un hijo/a con obesidad, ya que con cada punto que se incrementa el IMC de la madre, aumenta en 1,11 veces el riesgo de tener un hijo/a con obesidad (Blanco et al, 2020). Se podría decir que nuestro estilo de vida y condición física puede afectar a la de nuestros hijos, ya incluso antes de nacer.

Está demostrado que un plan de entrenamiento de ejercicio aeróbico continuo a una intensidad moderada, con intervalos de mayor intensidad para personas sedentarias es un método seguro y eficaz (Lacuey, Casas, Blanco & Calle, 2020). La realización de actividad física no sólo mejora la calidad de vida en personas sedentarias sino que también es un buen tratamiento para el dolor crónico, la ansiedad y la depresión (Stanton & Reabum, 2014). Es decir, ser activo físicamente no solo mejora tu condición física, sino que también beneficiará tu estado de ánimo.

Desde aquí te animamos a que incluyas en tu día a día, algunos cambios en tus hábitos diarios que vayan reduciendo poco a poco las horas que pasas en situaciones sedentarias. Si puedes subir por las escaleras en vez de usar el ascensor, hazlo, porque estarás fortaleciendo las piernas y estimulando tu sistema cardiovascular a la vez.

Si te desplazas en transporte público puedes probar a bajarte una o dos paradas antes y caminar el resto del trayecto hasta tu destino. Con pequeños cambios en tu rutina diaria, puedes conseguir grandes avances. ¡Muévete y harás que tu salud también lo haga!

 

Lisandro Lamas Gómez.

Experto Universitario en prescripción del ejercicio físico en patologías.
Graduado en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte.
Profesor en Gimnasiarca S.L.

 

Referencias

 

Blanco, M., et al. (2020). Ambiente familiar, actividad física y sedentarismo en preadolescentes con obesidad infantil: estudio ANOBAS de casos-controles. Aten Primaria. 52 (4): 250-257.

Crespo, JJ., Delgado, JL., Blanco, O. & Aldecoa, S. (2015). Basic guidelines for detecting sedentarism and recommendations for physical activity in primary care [Article in Spanish]. Aten Primaria. 47:175-183.

Lacuey, G., Casas, J., Blanco, I. & Calle, F. (2020). Efectos de un programa de ejercicio en pacientes sedentarios. Beneficio metabólico y en calidad de vida. Aten Primeria. 52 (7): 505-514.

Maffeis, C., Talamini, G. & Tato, L. (1998). Influence of diet, physical activity and parents’ obesity on children’s adipositty: A 4 year longitudinal study. Int J Obes Relat Metab Disord. 22:758-776.

Stanton, R. & Reaburn, P. (2014). Exercise and the treatment of depression: A review of the exercise program variables. J Sci Med Sport. 17:177-182.

Thorp, AA., Owen, N., Neuhaus, M. & Dunstan, DW. (2011). Sedentary behaviors and subsequent health outcomes in adults: A systematic review of longitudinal studies, 1996-2011. Am J Prev Med. 41:207-215.

Trost, SG., Kerr, LM., Ward, DS. & Pate, RR. (2001). Physical activity and determinants of physical activity in obese and non-obese children. Int J Obes Relat Metab Disord. 25:822-829, 5.

Tojo, R. & Leis, R. (2006). La obesidad en la infancia y adolescencia. En: Moreno B, Charro S, editores. Nutrición. Actividad física y prevención de la obesidad. Estrategia Naos. Madrid: Médica Panamericana. p. 69-112. 6.