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Beneficios de la actividad física en pacientes oncológicos

22 Nov 2019 | Salud

Photo by sydney Rae on Unsplash

Borja Adrián García

El cáncer se define como el conjunto de enfermedades asociadas a la acumulación de células anómalas en nuestro organismo. En ciertas ocasiones estas células se pueden multiplicar e invadir tejidos que revisten o cubren los órganos internos. En nuestro cuerpo existen en torno a 40 billones de células, las cuales siguen un ciclo vital, desde su nacimiento hasta su reemplazamiento, bien por envejecimiento o por resultar dañadas durante su función. Sin embargo, existen situaciones en las que este proceso de reemplazo no se lleva acabo como debería, y las células dañadas inservibles no se eliminan, si bien otras nuevas se generan.

Sus principales factores de riesgo son: el sedentarismo, el tabaquismo, la dieta poco saludable, el estrés y la exposición prolongada a productos químicos.

Es evidente que la vida activa y el ejercicio físico regular tienen un gran impacto positivo en nuestra salud, pero la actividad física no está reservada únicamente para personas sanas en plenas facultades, sino que en cualquier circunstancia se puede practicar ejercicio (prescrito y con supervisión) adaptado a las condiciones personales de cada uno, principalmente si se ha requerido una intervención quirúrgica. En el caso del cáncer, son muchos los estudios que apoyan los beneficios de la actividad física en la prevención y disminución de riesgos, así como en el período de recuperación tras un tratamiento.

Las investigaciones se han centrado sobre todo en la relación entre el ejercicio y la prevención del cáncer de mama, colon, pulmón y endometrio (revestimiento del útero):

  • Cáncer de mama: La reducción promedio del riesgo de cáncer de mama en mujeres es de hasta un 12%, siendo más clara aún en mujeres post-menopáusicas.
  • Cáncer de endometrio: La diferencia entre mujeres que con una actividad física alta y aquellas que desempeñan actividad física en menor medida es de hasta un 20% menos de probabilidades de padecer la enfermedad.
  • Cáncer de colon: Los estudios afirman una reducción de un 24% de riesgo entre personas físicamente activas y las más sedentarias. En cuanto a las diferencias entre los individuos activos en su tiempo libre (para mantener su condición física) y los menos activos, existen diferencias de hasta un 16% en la reducción del riesgo de cáncer.
  • Cáncer de pulmón: Reducción notable del riesgo de cáncer en personas que practican actividad física al menos 4 horas por semana.

En cuanto a los efectos positivos generales del ejercicio con respecto del cáncer, podemos encontrar: 

  1. Reducción de la inflamación de zonas afectadas.
  2. Disminución de hormonas como la insulina y el estrógeno, y determinados factores relacionados con la evolución del cáncer.
  3. Mejora en la función del sistema inmunitario.
  4. Disminución de la ansiedad.
  5. Disminución del estrés.
  6. Efecto positivo frente a la depresión.
  7. Disminución del dolor.
  8. Disminución de la sensación general de fatiga.
  9. Efectos positivos frente al estreñimiento.
  10. Mejor conciliación del sueño.
  11. Prevención de la obesidad y reducción de sus efectos, entre otros la resistencia a la insulina.
  12. Alteración del metabolismo, lo que produce una mejora en el funcionamiento de los órganos vitales.

Como se ha podido apreciar, el ejercicio físico es fundamental tanto antes, como durante, como después de un proceso de enfermedad. Es vital en la prevención y disminución del riesgo de contraerlo. Es esencial durante el tratamiento, en la medida de lo posible, para así paliar los efectos secundarios de la quimioterapia o la radioterapia. Y, por último, es de gran importancia para la recuperación llevar un estilo de vida saludable, para así mejorar la calidad de vida y reducir en gran medida la probabilidad de recurrencia.

Con el objetivo de aumentar el porcentaje de éxito de supervivencia a la enfermedad es muy importante una intervención temprana, y así evitar la metástasis (diseminación de un foco cancerígeno a otra parte del cuerpo). Para ello, existen ciertas señales “de alerta” que el paciente puede detectar. Además, en algunos tipos de cáncer, los tumores son de relativa facilidad de detección, por lo que una exploración rutinaria es esencial.

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